jueves, 30 de octubre de 2008

Me estoy quitando

Hola. Me llamo Troy y soy adicto.
(Todos: ¡Hola Troy!)

Os contaré mi historia. Que no por ser muy oída es menos dramática.

Al principio todo empezó como un juego, ya sabéis, un día al salir de trabajar después de un día duro, un amigo que sugirió que lo probara. Y lo hice por no decir que no. Pensaba que sería como con tantas otras cosas, que tendría su gracia hacerlo de vez en cuando…
La segunda vez me fue gustando más, y empecé a consumir por simple ocio, con amigos… para pasarlo bien… socializar… ese tipo de cosas.
Pero pronto empecé a hacerlo sólo y, en ocasiones, incluso a escondidas. A veces antes de ir al gimnasio, otras para desayunar, llegué a gastarme los últimos euros que me quedaban en la cuenta corriente...

Se ha convirtiendo en una obsesión, oigo su nombre escondido entre palabras de letras en las que antes no me había fijado, pienso cada hora en el momento el que podré volver a ir y pillar más, abandonarme y dejar atrás los problemas.

He probado otras cosas para desengancharme, pero es inútil. También he intentado ir a otros sitios, pero tampoco funciona… Siempre termino en el Green&Wich.
Y aquí me tenéis. Como lo que soy. Un puto yonki de los wraps de pollo.

lunes, 27 de octubre de 2008

Necesito unas vacaciones.
Necesito unas vacaciones.
Necesito unas vacaciones.
Necesito unas vacaciones.
Necesito unas vacaciones.
Necesito unas vacaciones.
Necesito unas vacaciones.
Necesito unas vacaciones.
Necesito unas vacaciones.
Necesito unas vacaciones.
Necesito unas vacaciones.
Necesito unas vacaciones.

sábado, 11 de octubre de 2008

Sabiduría



©El Roto (El País Edición Impresa - 02 - 10 - 2008)

martes, 7 de octubre de 2008

El Zapato

Odio quedarme dormido por las mañanas. El ritual de oír el despertador, apagarlo con la (falsa) sensación de estar totalmente despierto y tener controlada hasta la combinación de traje, camisa y corbata con los que te pelearás en 4 idiomas durante un indeterminado número de horas pares (10-12-14 ó 16).

Tampoco me gusta ducharme-afeitarme-tomarcafé pensando en que, o corres mucho mucho, o nada te va a librar de tener que despedirte de los 140€ que te costará la grúa que se ha llevado tu coche por haber aparcado en zona de carga y descarga y haber rebasado (con creces) la hora.

Todo es más inquietante cuando bajas a la calle y ves tu coche acordonado. “La matrícula de Bilbao” –piensas-. Pero hace varios años que tu coche no tiene matrícula de Bilbao. Quieres pensar que es algo gracioso. Algún tipo de error que, como chascarrillo, justifique que llegas 20 minutos tarde (por ahora) a la reunión con Paris+50.

Y ves un zapato.
Y recuerdas la teoría de Sanzio que dice que los reporteros llevan varios zapatos de pares sueltos y decenas de muñecas chamuscadas en los maleteros de sus unidades móviles para tirar y fotografiar, siempre que hay un accidente, cuando no hay nada que grabar o fotografiar en el lugar de autos.
Pero no hay cristales rotos ni amasijos de hierros.
Sólo ves el zapato (borroso, porque eres miope) mientras andas.
Llegas al cordón y preguntas a un Mosso: “Perdona, pero ¿qué pasa?”
Y al Mosso, que ve la llave Nissan en tu mano, no le hace falta ser Sherlock Holmes para deducir que el Almera es tuyo.
“Nada –responde- Pero hasta que llegue el juez no puedes mover el coche”.
Entonces sigues su mirada y descubres al antiguo dueño de zapato. O a lo que queda de él después de recorrer el espacio equivalente a ocho o nueve pisos a una velocidad uniformemente acelerada de 9,8 m/s2.

Le agradeces al montón de picadillo del que no puedes apartar la mirada la decencia de haber pensado en tu coche en el momento de saltar.

Llega el juez, la policía empuja tu coche y te puedes ir. Directo al túnel de lavado para quitar las salpicaduras de la parte trasera.
Son las 8:55 y es martes. Casi mejor si cancelas la comida de hoy…
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