Dereklite de Orleans

-Balance a Miércoles 7 de septiembre-

Llevo desde el domingo sin dormir en mi casa, y no es porque quien sea haya escuchado mis plegarias y Elsa Pataki me haya invitado a acostarme con ella sin fin y mudarme a su supercasa hi-tech, sino porque he tenido que pedir asilo político en casa de Pal en perspectiva de lo que se me viene encima. Dos laboratorios, una entidad bancaria, una marca líder en ropa de tenis y golf, y un festival de cine se ciernen sobre mi cuan roca rodante sobre Indiana Jones.

Tengo una mochila entera de ropa sucia en el maletero del coche y lo peor es que la mitad de la ropa no es mía y se compone básicamente de camisas y calcetines prestados por Pal.

Le he dado la vuelta a la carta de La Maffia y voy ya por la mitad de la segunda vuelta.

En mi gimnasio han puesto una foto mía (bastante poco lograda) con unas letras que una vez juntas dicen “Se busca”. Mis recibos son pagados regular y puntualmente, yo asisto más bien impuntual e irregularmente.

La madre de Pal ayer por la mañana dijo textualmente: Hijo, ¿Por qué no te quitas esa perilla que estas más guapo?

Cuando decidí que contra viento (sic.) y marea, tenía que pasar inminentemente por mi casa vi que empezó a llover.
Cuando me di cuenta de que llovía demasiado descubrí mi coche bajando impasiblemente por la carretera el solito… como Moisés abriéndose paso entre las aguas.
Cuando le alcancé me percaté de que a mis zapatos (de Furest) apenas les quedaba la zeta.
Cuando le hube rescatado volví al despacho, me dije que ya era suficiente de modo que me despedí.
Cuando me despedí llegó esto... por si uno no era suficiente...

Y por si no había llevado lo suficiente los mismos Calvin Klein...