Transformers

Hace una hora y media que deambulo por un edificio semi desértico, con un café en una mano y una cocacola en la otra. El Redbull lo dejo para dentro de un rato, pero como siga siendo incapaz de mantener los ojos abiertos y pegándome contra el mobiliario, tendré que recurrir a medidas aun más drásticas.

La culpa de todo la tiene Transformers, esa película entre pésima y peor aun, que van a estrenar/han estrenado/estrenan ahora, y que a mi me ha llegado en valija diplomática hace unos días. La vi solo por el hecho de que aun estaba por salir del horno, y si me la mandaran la semana que viene le haría menos caso que los bares de Madrid a la Ley del Tabaco, quiero que lo tengas muy claro. Si quieres ahorrar tiempo (y dinero) hazte un bucle con youtube de los anuncios del Citroen C4, pon en la pantalla unas pegatinas del Pequeño Pony, Mr. Potato y los Furby y ya tienes la película.

El viernes decidí invertir parte de mi tiempo en verla, pero lo que conseguí fue quedarme dormido en menos de lo que Optimus Prime tarda en decir “I’m Optimus Prime…”, con lo que me desperté sobre las 4 de la mañana sin nada de sueño. Y aquí se complicó el fin de semana entero.

Como aun no había cenado/desayunado fui a Depaso a comprar ponzoña comestible (que no alimenticia) y, no me preguntes cómo, en vez de comprar comida terminé tomando copazos en casa de David. Llegué a casa a las 9:00 y mis planes de playa chula se quedaron eso, en planes. “Amanecí” sobre las 15:00 gracias a un sms de Uri, y dos bagels después estaba rodeado de kilos de silicona en la Barceloneta. Soy muy fan de esta playa (aunque me gusta más bien poco), de sus habitantes y de las facilidades que ofrece para emborracharte por muy poco dinero mientras te pones moreno.

La certeza de necesitar un taxi para llegar a casa y ayuda para poder mantenerte en pie mientras no paras de reírte desembocó en una siesta (otra más) que terminó (otra vez) a las 4:00. Como (otra vez) no tenía sueño, arreglé unos papeles con mi dentista 7eleven. Dormí de 8 a 11 y me fui al Templo. A la salida recibí un mensaje de London diciéndome que estaba tomando mojitos en el SkyBar del Axel así que para las 14:00 volvía a estar semiebrio y rumbo a la Barceloneta (sí, otra vez) para comer una paella. Dos chiringuitos y varias cervezas después se hizo de noche y como teníamos hambre (otra vez) y (más) ganas de fiesta nos fuimos a El Japonés, donde London se puso las botas mientras Dublín y yo cenabamos y bebíamos (aún más). Después, todo borroso hasta que he llegado a las 4:30 de la (re)inauguración del Space.

No se puede decir que he dormido. Más bien me he echado una siesta hasta la hora de venir a trabajar.

Así que ten cuidado; porque si tomas la (errónea) decisión de ver “Transformers”, lo más probable es que acabes el lunes con una resaca de tres pares de narices y con una voz digna de dedicarte a doblar al castellano a robots que dicen: “Mi nombre es Optimus Prime”.

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