Woman on Top (I)

Admiro a la gente que dice que no le interesa la política y es cierto. Que les retirara el derecho al voto o que les cercenara algún apéndice de su cuerpo cada vez que se quejen por la situación política, no quiere decir que no les admire.

Exactamente igual que admiro a los políticos en general y a las mujeres metidas en política en particular. Son una rara avis, y no puedo evitar tener una extraña fascinación por ellas.

Todo empezó con Rosa Conde. Era una señora que se encargaba de amenizar una etapa políticamente casposa. Tenía pinta de no enterarse de mucho, y daba pruebas haberse enterado de aun menos de lo que parecía. Daba entre pena y ternura cuando prometía hospitales con doscientasmil camas, o se empeñaba en “no buscarle 4 patas al gato”. Su originalidad fue hereditaria y uno de sus hijos montó un grupo punk y el otro una sucursal de Cirque du Soleil en Las Vegas.

Carmen Alborch e Isabel Tocino le siguieron a la zaga, pero no fue hasta la llegada de la Dame Commander & The Palacio Sisters cuando España llegó a los niveles estratosféricos de poderío, derroche y culebronismo.

A la Dame Commander tenemos que agradecerle interminables horas de diversión, intriga y dolor de barriga desde tiempos inmemoriales en los que ejercía de mosquita muerta y confesaba no haber leído nunca a Doña Sara Mago a pesar de ser Ministra de Cultura. Después se encargó de abrir un nuevo periodo en la historia desviando el AVE para que pasara por unas fincas de su marido y, como no, su Jaque a Rajoy que nos ha mantenido en vilo al más puro estilo Channing durante meses y más meses. Además auguro que esta chica dará que hablar…