La Dolce Vita

Parte de los días, para nada lejanos, en los que mi vida ha sido todo (o casi todo) asueto y diversión, los invertí en volver a quedar con Al como hacíamos antaño, para salir de Tea Dance, descubrir de cena restaurantes nuevos, seguir de fiesta y terminar en “fiestas privadas” al amanecer con desconocidos pero amigos del alma esa noche… Echaba de menos las escapadas europeas a todo trapo, las camas compartidas, aviones retrasados y desayunos en piscinas de hoteles recuperándonos del la ingestión masiva de alcohol de la noche anterior.

Desde que Al empezó a salir con Mr. Rayght estos encuentros se fueron espaciando cada vez más. Al cambió poco a poco de amigos a medida que se integraba en el círculo de amistades de Mr. Rayhgt. Seguíamos viéndonos pero era cuando yo estaba ocupado o cuando lo estaba él. Y no era lo mismo.

Por eso precisamente tenía ganas de saber de él, de cómo era su vida en común con su novio, de cómo era la vida en común con alguien, de cómo la felicidad había conseguido que Al aumentara una talla de camisas y dos de pantalones.

Así que como él tenía una semana de vacaciones y yo estaba esperando para incorporarme aun al nuevo trabajo fuimos casi tan inseparables como antaño… Planes simples, cosas sencillas… pero en esencia los ingredientes básicos de la dolce vita.

A menudo Mr. Rayght ha implantado el toque de queda cuando venía a tomar algo a última hora y se iban juntos para casa. Pero varias veces nos íbamos los tres juntos a cenar (y yo sin la menor sensación de sujetavelas…. Para nada…) Y en una de estas cenas coincidí con Fred y Dust. La suya es una historia interesante (que dejaré para otro día) que ha terminado hace poco. El caso es que cuanto más he ido viendo a Dust, mayor se ha ido haciendo el interés aparentemente mutuo.