Sayonara

Hoy he recogido mis cosas de mi, ya, ex-trabajo.

Tres bolsas XL y dos cajas (tamaño cajazapatos) contienen los 3 años y ½ de recuerdos profesionales más recientes: mi nametag, mis bolígrafos Pilot (nunca pude con la imagen corporativa de los ítems de escritorio de mi ex-trabajo), una camiseta abanderado blanca (que no sé desde cuando llevaba en mi taquilla, juro que no la recuerdo), mi cepillo de dientes II, el Licor del Polo II, mi agenda con tarjetero extensible al infinito y más allá, un cinturón de piel de Calvin Klein, dos postits que me recordaban la fecha de cumpleaños de mis 2 jefes y la última actualización de mis contraseñas, mis últimas nóminas, una servilleta escrita con rotulador Pelikan verde que me dejó Andrea un día fatídico que dice: “Gracias por tus letras tan anticipadas y efectivas de ayer. Que tengas muchas estrellas esta noche” y me llenó los ojos de agua, un bote de espuma de fijación fuerte con multivitaminas de Garnier a medias, un frasco con ¾ de Le Male, otro de Farenheit de Dior al que le queda un dedo, varias monedas de diferentes países, un bote de espuma de afeitar Lea (me la darían en el trabajo intuyo… pero siempre la he visto en mi taquilla y nunca me he preguntado de donde salió), tres maquinillas desechables Wilkinson, una caja de cerillas, un bote de leche hidrantante al té verde de Bvlgari, otro de Aqua di Parma, un peine/cepillo, un abrebotellas-sacacorchos-superposh-regalo de la gente de otro departamento, un saquito de lavanda (para que la taquilla no oliese a gimnasio de 3ª división), un bote de Febreze por la mitad y todos los dossieres con estrategias de ventas, de marketing y de mercado que he podido sacar sin levantar sospechas.

Atrás dejo a LaR y a R (con la boca abierta y sin saber qué balbucir), un candidato a sustituirme que le van a dar hasta en el dni, dos puñados de amigos, dos enemigas declaradas, muchas risas, alguna lágrima y demasiadas horas extras, aunque tampoco me arrepienta.

Dejo el sitio que me ha dado momentos tan priceless como ver a una hija de expresidente de gobierno embarazadísima y tropezando con los maceteros de la borrachera que llevaba (y no digo que sea Ana Aznar Botella). Un marido de una hijadeexpresidentedegobiernoembarazadísima fumando porros y tocándole el culo a todo bicho viviente que tuviese pechos (y no digo que sea Alejandro Agag). El trío que se montaron los labios de una modelo española en un ascensor (y no digo que sean los de Esther Cañadas). El ataque de histeria de “nocreasquesoyunamalamadre” de la ex-mujer de un famoso actor budista (y no digo que sea Cindy Crawford). La vez que hice llorar a la politoxicómana exmodelo/musa chupachupslooking de Calvin Klein (que no tiene porqué ser Kate Moss). La fiesta a la que acompané al chico de la playa y a su mejor amigo arácnido en Danzatoria. Y tantas historias más, célebres o anónimas que recordaré con pasión, rabia, odio y/o cariño…

Hasta la vista, Baby...