The Tesseract

Estos últimos días me han dejado hecho polvo. Más que nada por la improvisación de todo y de todos.

Mientras planeaba pasar una semana tranquilo en mi oficina, con mi café, mis ofimanías y el tedio, Big Boss decidió, compromiso suyo mediante, que yo estaría mucho mejor corriendo entre agentes, protocolos, camareros, escaqueados y excolegas varios Up to Barcelona, Down to Barcelona con el motivo de unos descacharrantes (y bastante cutres vistos de cerca) premios del deporte.

Mucha gente importante, mucha gente famosa, mucho de todo y a borbotones. Que una noche es una noche y “tenemos que dar la campanada. El mundo entero está pendiente de nosotros”. Algo que ya había visto con los MTV Awards del 2002, los European Academy Awards en el 2004 pero esta vez en versión deporte.

Como yo fui a lo mío, no me enteré de quién iba con quien, si hubo carnaza de la que (a pocos, solo a pocos) les gusta leer… solo me ocupé de lo mío, y de que Cris no muriese aplastada en los ascensores de un hotel con un carro de equipaje.

Por otro lado, mi ya asumida soltería estaba en entredicho con un intento de reconciliación vasco-brasileña. Mi transiberiano en vilo, consecuencia directa de este hecho, y mi casa patas arriba, consecuencia de muchos contratiempos (y de diversa índole).

Creo que por primera vez en la historia del universo Troy ha apagado el móvil para poder dormir. Y creo que también por primera vez en la historia del universo Troy ha dormido 18 horas de un tirón.