A-B-C

Hace 4 días estaba en el asiento A de un avión camino de Madrid con el ipod puesto intentando des-oír el famoso partido que ha cambiado la faz de la tierra haciendo todo más bello, todo más colorido y (sobre) todo más español. Después del vacío asiento B, la chicagafas del asiento C estaba emocionadísima con su radio-ipod y me miraba esperando una catarsis futbolera propia a cada buena jugada (intuyo) que había. Yo me limitaba devolverle la mirada, seguir escuchando la banda sonora de "Lucía y el Sexo" y a sonreír cerrando mucho los ojos y subiendo mucho las comisuras de los labios (sin arrugar la nariz).

Pensaba en mis cosas, las absurdas y comunes, las que no dan para hacer ni medio post, intentando abstraerme de la chicagafas del asiento C y sin poder concentrarme en el libro de Ramón Lobo. Y terminé pensando en Dereklite.

No sabía que hacer con él. Como esos padres que les compran un cachorro a los niños en navidad y en verano paran en una gasolinera.

Y entonces Torres metió un gol. Y la chicagafas del asiento C se levantó, tiró lo que llevaba encima al suelo y me abrazó a mí, a Lucía y al sexo. Y yo descubrí:

• que el ser humano es raro.
• que la gente necesita tocarse más.
• y que mientras pasen cosas así, necesitaré que haya un Dereklite para contarlo.

He vuelto.