La No-Suegra

La relación que llevo con Karl desde que lo que no es, no es, es una relación de pareja aséptica:

Cine a,
carantoñas r.
Copas a,
besos r.
Comer en restaurantes con confidencias a,
cogernos de las manos mientras tantor.
Shopping a,
sexo rrrr.

Somos no-novios. Un nuevo término que se refiere a una relación inter-personal que se fundamenta en hacer todo lo que hace una pareja convencional, pero sin intercambio de fluidos por medio.

La gente pregunta al uno por el otro si nos ve separados. El camarero de Montprada me dijo el otro día que hacíamos una pareja encantadora (y yo tragué saliva). Podemos estar toda la tarde juntos que siempre quedan cosas de las que hablar.

Es tanta la coña que le otro día decidimos ir a buscar a mi no-suegra a la estacion de tren acompañados de E, la compañera de piso de Karl, para que no se notase que somos no-novios.

Por lo que Karl contaba de su madre, de sus hábitos y costumbres, de su relación con ella y de ésta con sus otros hijos yo me había hecho una imagen mental en la que MamaKarl era una especie de Isabel Tocino liberada. Pero cuando mi no-suegra llegó a Bcn el pasado domingo pude comprobar que nada más lejos de mi precognición. Era morena, más bien bajita y se escondía detrás de unas gafas Gucci de pantalla panorámica (que hacían mucho más útil mirar sus gafas en lugar del espejo retrovisor para conducir por el Eixample barcelonés). Para mí era la representación perfecta de la marbellí del GIL pudiente, con un par de "arreglitos quirúrgicos" y capaz de comprarse (y ponerse) cualquier prenda límite por el solo hecho de que lo haya diseñado alguien "de los de toda la vida" (tal y como definió ella misma a Victorio & Lucchino).

Toda su estancia mantuvimos Karl y yo una heteroapariencia ejemplar. A mí solo me cuesta le mitad de lo que le puede costar a otros así que salieron anécdotas de ex novias que salieron en películas de Almodóvar, de situaciones cómicas con celos y con historias, de viajes en pareja en los que te das cuenta de lo raras que son las mujeres, etc… durante una primera toma de contacto tomando una caña y unas bravas en "La Bodegueta". Al día siguiente, Karl me llamó para invitarme a cenar en su casa algo que una no-suegra mucho más relajada (y desmaquillada) había hecho. MamaKarl me sorprendió. Tras la fachada de jetset adicta a la opulencia, su tortilla de patata me pareció un sublime manjar que ni Martín Berasategi, ni Ferran Adriá ni Arzak, ni Arola; sólo Maternal podría superar.

Me despertó al día siguiente para que le acompañara al banco (inconvenientes de que el subdirector de la sucursal sea amiguete). Después de eso recogimos a Karl y nos fuimos a comer los tres al restaurante de una conocida Clínica de la City, donde trabaja Karl). Charla distendida. Karl se disculpa al terminar, acuerdo acercar yo a mí no-suegra al tren. Y empieza un gran conversación. Una conversación entre una mujer madura, "de familia" pero a la que la vida le había dado más de arena que de cal, y yo. Ahí la tenía. Mi no-suegra contándome su vida, sus frustraciones, sus métodos para combatirlas, sus planes y sus sueños. Dejó de ser MamaKarl. Dejó de ser mi no-suegra. Dejé de ver el colágeno de sus labios. Y descubrí una gran mujer que se disfraza de poco convencional para aparentar ser más fuerte, y así lograr serlo.



No olvidaré la frase que me dijo al despedirnos en el andén: "Me alegro de que estés cerca de mi hijo. Te conozco de un par de días, pero eso me basta. Ojalá encontréis, Karl y tu, dos chicas que os merezcan".