Welcome to my Hell

En agosto me hicieron un arañazo en el coche. Un ejecutivo de corbata de Loewe, en un todoterreno nuevecito, mientras hablaba con un pendiente de diseño Nokia con tecnología bluetooth, invadía mi carril y se metía en un carrilbus. Le pité. No me oyó (o no quiso). Apunté su matrícula y dí parte a mi seguro.

Y pasó septiembre, pasó octubre, y noviembre y diciembre, me comí las uvas con el arañazo, cambiamos de año, de pareja, pasó enero, febrero e incluso marzo. Y voilà… toca renovar el seguro. Mi agente, o corredor, o comocoñoseaquesellame, encuentra mejores precios en otra compañía, y como soy de los que han usado la cartera esa del seguro 2 veces en su vida (y creo que ninguna de ellas con fines contencioso administrativos y sí muy festivos y un poco tóxicos) he decidido cambiar. Lo que me da 1 semana para encontrar el taller oficial, concertar cita con el seguro, que lo periten, lo arreglen y me lo devuelvan.

Aprovechando la coyuntura y que el Manzanares ya no pasa por Madrid, les dije a los del seguro que el rasponazo que un hijo de su madre y de varios padres desconocidos me hizo en la susodicha capital del reino, era fruto del mismo incidente todoterrenesco.

Consecuencia: 1 semana y media sin coche, por tramites burocrático-legales.

Lo que me lleva al inevitable trance de tomar ese infierno hecho transporte público que son los cercanías de Renfe. Estación de Paseo de Gracia, 7:45 am. Bolivia, Perú, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Méjico se vengan por lo de aquellos tipos (Pizarro, Colón, Cortés & Co.) y se hacen fuertes ya desde el mismo andén. Ni un sitio libre. Por si fuera poco el hilo musical está a todo trapo con música de Henry Mancini. Entiendo que al tío que “abre” y “cierra” la estación le guste la música alta cuando enciende luces y lo que quiera que sea que hace esta gente por la mañana, pero yo no tengo necesidad de sufrirlo.

Llega el tren y me apelotono borreguilmente con el resto del rebaño. LahijadeAída me clava el codo en las costillas mientras manda un mensaje que dice “Ya estoy en el tren”. Tengo la nuca casposa de un señor a un palmo y medio de mi nariz. Se oye el “unch, unch, unch” del cd de Souvenir que se ha bajado un neng que va a Castefa. Mi mala leche va empeorando. Se baja el casposo y llamo al taller. Me dicen que lo de Madrid me lo hice contra una columna. Me encabrono más. Llamo al seguro, discuto con el tío que lleva el expediente, con la tía a la que le di el parte e intento discutir con el perito. Va bajando gente. Logro sentarme y empezar el sudoku del adn. Entran dos azafatas de iberia con su coleta y su maquillaje discret; una de ella se tropieza con el pedal de la bici de un rasta que está tan tranquilo (como suele ser habitual). Se rompe la media. Le empieza a chillar al rasta que ahí no se puede poner la bici porque la gente se tropieza. El no se mueve. Solo cambia la dirección de su mirada que la dirige hacia ella y le dice: “La gente no se tropieza si mira por donde va”. Me hago super fan del Rasta. Pero como es mi día de pagar por los pecados cometidos por todos los Troy del mundo se sientan a mi lado. Cotorrean Nadaesparasiempre Style sobre el Comandante Marcos (lo juro, se llamaba así) que se acaba de divorciar y está forrado y había invitado a Trini a cenar en un restarante carísimo de la Barceloneta. Y Trini, que quiere ser sobrecargo, pues fue, y se enrollaron. Que puta Trini y qué bueno está el Comandante Marcos quienlopillara. No me dejan centrarme en el sudoku hasta que se bajan en la siguiente estación. Al salir, la azafata que se va a tener que comprar unas medias en el dutyfree, mira al Rasta con cara de odio y se da de morros contra un contable con gafas de pasta por no mirar. El Rasta se descojona (y yo también). Derrepente la paz reina en el vagón y me duermo. No mucho. Lo justo para despertarme 2 paradas después de la mía y tener que dar la vuelta.

O me devuelven mi coche ya, o me alquilo uno. Que se le va a hacer: hay personas aracnofobícas y estamos los transportepublicófobos…