A Renglones Torcidos con Dios

Apreciado/a Sr/a Dios:

Sé fehacientemente que te gusta cachondearte de mí. Es una verdad universal, así que tampoco sé porqué me sorprendo. Sé que de vez en cuando escuchas mis conversaciones y me concedes lo que pido.

Cuando hace unas semanas comentaba en una cena que necesitaba moverme, hacer una escapada, dar un garbeo por ahí, conocer gente nueva, un poquito de aventura… yo lo que quería era algún tipo de viaje exótico overseas (porfinya)!!! Pero tú que eres un cachondo, tomaste nota… y en estos momentos debes estar carcajeándote en su Hacedor sofá de Roche Bobois. ¡Y mira que tienes Santa mala leche!

Dios, tío, cuando decía que quería conocer gente nueva no me refería a que tu representante en mi empresa, esto es, mi jefa suprema decidiera que fuese “su embajador” en el EIBTM y que necesitara un trolley para llevar los 5 kilos que pesan 5000 tarjetas de visita.

Cuando dije que quería perderme por Sudamérica con dos duros en el bolsillo, NO me refería a estar tirado en Barajas entre 300 ecuatorianos, 150 bolivianos, 100 argentinos (que hacen ruido por todo el resto) y 80 peruanos, intentando volver el domingo a Barcelona.

Cuando dije “aventura”; NO me refería a volar/novolar con Air Madrid.

Cuando dije “moverme”, “dar un garbeo por ahí” y “salir de Barcelona” TAMPOCO me refería a llegar a Madrid en avión, volver a Barcelona en tren (gracias Air Madrid), coger un taxi para empalmar con el Euromed 6 horas después rumbo a Valencia, montar en un autobús que te lleva de ruta y correr hacia el Euromed de vuelta a Barcelona 24 horas después.

Ah, y por cierto, sé que de lo último que dije en esa cena fue: “Mmmm, que bueno… podría pasarme el resto de mi vida comiendo jabugo”. Así que gracias por los 3 jamones que me has mandado por inexcrutables caminos que sólo tú conoces, pero estoy a punto de no entrar en la charcutería en que se ha convertido mi casa…