lunes, 16 de marzo de 2009

Miguel Madrid

Hace meses que no hablo con él, y pasarán más. Muchos. Tal vez años. A lo mejor décadas.

La última vez que nos vimos comimos juntos. Bueno, comió él porque yo fiel a la volatilidad de mi memoria no recordaba que la cita era para comer y engullí algo en el trabajo antes de saltar en un taxi para cruzar Barcelona.

Hablamos de coches, de Sitges, de Lucky Strikes y de rubias tetonas (aunque no recuerdo muy bien cómo salió el tema de las rubias). Y paradójicamente no hablamos de separaciones, ni de distanciamiento. Y sí de cercanía. No lo sé; supongo que la situación lo requería.

Hasta hoy no he sido capaz de borrar su número. Seguía ahí “Miguel Madrid”. Quizá con la falsa sensación de que mientras su número estuviera, seguía habiendo una conexión. Un vínculo. Una posibilidad de llamar y decir “Miguel, macho... no te vas a creer lo que me ha pasado...” como si nada hubiera cambiado.

Y es que uno no siente el vértigo de la muerte hasta que no presiona la tecla de “borrar” sobre el número de un amigo en el móvil.

lunes, 9 de marzo de 2009

13,99€

Después de darle muchas vueltas, creo que voy a seguir el ejemplo de Beigbeder. Quiero que me despidan. Pero si lo pido, no lo van a hacer (como todo lo que pido), así que tengo que lo tengo que provocar.

He llegado a un punto que no creo en lo que hago, ni en lo que digo y mucho menos en lo que pienso. Si eres cliente mío o eres susceptible de serlo; me da igual que te llames Samsung, Green&Wich, La Caixa o Garzón. Te voy a mentir. Y lo que es peor: sin ningún tipo de motivo.

En publicidad o en política esto no sería un defecto si no todo lo contrario. Todos sabemos que el skill de los skills es saber mentir y que no se te note. No es que no se me note; es que me da totalmente igual. Que si me pillas en una mentira improviso 5 mucho mejores que la solaparán y encima te haré creer que desconfío de ti y AUN tienes que ganarte mi confianza.

No sé si es el modo. Pero también: me da igual. He pensado contarle a todos los que me quieren escuchar que Nicky+50 es una borracha, una inútil y una malfollada. Aunque creo que este último punto es falso y que el hecho de tener 50 tacos y no haberlo catado no te convierte en una malfollada. Pero ya te digo que tampoco creo en lo que pienso.

Y que la empresa donde trabajo no es el decorado de Dinastía donde todo el mundo cree que vivimos. Que todo es falso, las escaleras, las rubias de recepción, sus perlas, su jefe, el traje de su jefe, el champagne y hasta yo. Sí soy falso. ¿Qué pasa?

Sé que Vanity ya ha intentado hacerse millonario (más de lo que ya es) vendiendo su blog encuadernado en cartoné y a precios populares. Pero a mi no me guía la codicia. Mentira; sí me guía, pero este no es el caso.

Yo quiero que me despidan. Y que me paguen una pasta por irme. Y que como hay crisis y la cosa está muy malita, no me tenga que preocupar en buscar trabajo (porque total, no lo voy a encontrar). Y quedarme en casa. Y levantarme a las 12. Y tomarme un café en El Seco. Y darme un baño en la playa. Y ser feliz. Que total; esto son dos días (y encima uno está nublado).

Lo único que me da miedo, y no me da igual. Es que al final me equivoque de modelo a seguir y todo lo que consiga sea una demanda y los malditos 13,99€ que me dieron la idea.
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