martes, 29 de enero de 2008

Marujas asesinas

Me he pasado el findesemana trabajando, para descontrol de mis neuronas y de mis biorritmos que me dicen que hoy es un lunes de principios de febrero.

Al decir “trabajando” me refiero a ese “trabajando” de despertador, de traje y corbata, y de mucho mucho mucho café. Nada de las paparruchas que hacéis muchos y que luego facturáis a precio de uranio (como rascar galletas…)

Ayer, como autocompensación, decidí tomarme el día libre. Bueno; de hecho, tomarme ayer y este viernes como TroyDay, pero el que nos ocupa es el día de ayer.

Amanecí lleno de buenos propósitos con una (habitual) prominente erección y juntos pusimos la cafetera. Y también juntos fuimos al baño estirándonos mientras el café se hacía.

La señora que estaba en umbral de la puerta arqueó las cejas y yo di un pequeño salto hacia atrás mientras colocaba erecciones y composiciones de lugar en su sitio. (Cada uno demuestra los sustos o sorpresas como quiere o como le da la gana, igual que cada uno se despierta como le da la gana. ¿Qué pasa?)

A mi ayer me dio por despertarme con ganas de silencio. Pero como los conceptos “señoradelalimpieza” está reñido con “silencio”, la mujer tartamuda y autoteñida que va cada lunes a casa de Sanzio me ilustró con los hechos más notorios de su vida mientras iba con una bayeta de un lado a otro esperando que el polvo de la casa acudiera a su llamada por motu propio. Aquellas partículas que decidieran quedarse eran libres de hacerlo.

Poco a poco, a medida que (ella) iba cogiendo confianza me empezó a hablar de trabajo. En este punto ya había abandonado la bayeta y estaba quieta de pie hablando y hablando. Desconecté un rato y me centré en el café y en la forma en la que deben hacer las cápsulas de Nespresso… y sólo volví a prestar atención para ver si en su discurso había alguna fuga y yo podía hacer lo ídem. Pero justo en ese momento decía que Sanzio le había prometido buscarle un buen trabajo, de media jornada a más de mil euros y todo volvería a ser como en los buenos tiempos.

Deduje que aquel día Sanzio debía haber bebido mucho y/o haber consumido sustancias de legalidad sospechosa y/o no haber dormido la noche anterior; y volví a desconectar… empezó a moverse y hacer como que fregaba… yo seguía oyendo cómo hablaba sin escuchar... Me levanté para dejar la taza en la encimera y entonces ella se giró con sus guantes de goma y un cuchillo enjabonado en la mano. Sus labios se movían y decían: “Ahora me quedo más tranquila porque pensaba que (Sanzio) se había olvidado..., pero ya que lo sabes tú también… seguro que entre los dos encontráis algo”. Y volvió a arquejar las cejas.

Ayer mismo colgamos su curriculum en internet y la inscribimos a todas las ofertas que encontramos.

No quería que en un par de semanas otro apuesto joven se levante en la casa de su novio, se encuentre a la señora de la limpieza, desconecte de lo que cuenta y se pierda la parte de la historia de su vida en la que acuchilló y mutiló sexualmente a un joven por no encontrarle trabajo.

lunes, 21 de enero de 2008

Así se hace

Llevaba años sin ver la televisión. Veía películas y series. Algunas me gustaban y otras no. Pero el zapping, la publicidad y la figura del presentador habían pasado totalmente a la historia de mi memoria. Y lo que es mejor de todo; no los echaba para nada de menos.

Desde que Sanzio apareció en mi vida (por no decir directamente “desde que invadí su casa”) la televisión ha vuelto. No mucho… pero lo justo para que en mi vida vuelvan a existir los presentadores, el xilit bang, las desconexiones regionales y ese ser insoportable llamado Miguel Angel Rodríguez.

No hay muchas cosas, por no decir ninguna, a las que seamos fieles. Pero entre todo lo que dan-emiten-expulsan los 105 canales que tenemos hay UN programa… El programa ideal para curiosos compulsivos como Sanzio y como yo. Es a nosotros lo que un ovillo de lana a un gato. Lo que el jardín Zen de arena blanca a una tienda Natura. Lo que las pajas a la Humanidad.

“Así se hace” es un programa inútil y totalmente prescindible que programa Discovery Channel y explica el proceso de conversión de la materia prima en un producto más o menos elaborado. Miles de imágenes de producción en serie que atraviesan las retinas y un efecto adictivo que ni la nicotina. Hipnosis pura :coger, cortar, agujerear, unir, pegar… Nadie puede resistirse.

Yo fantaseo con miles de seres humanos que, como Sanzio y como yo, están pegados a la televisión viendo cómo se fabrican gomas de borrar o caravanas-remolque mientras Aznar conspira para volver a hacerse con las riendas del Gobierno una vez Acebes haya matado a Zaplana, que ha envenenado a Rajoy, que ha estrangulado a Espe ahora que ya ha acabado con Gallardón.

La humanidad posiblemente nunca lo descubrirá, pero nosotros lo sabremos con todo lujo de detalles en lo que tarden en rodar un “Así se hace… un Presidente de Gobierno”.

miércoles, 16 de enero de 2008

Más pan y (mucha) más mantequilla



El Bread & Butter es a mi persona, lo que las declaraciones de Aznar a la política desde hace cuatro años: Diversión sin fin entre los sobresaltos y las risas nerviosas de “ay, estos niños que cosas tienen...”

Nunca lo reconoceré públicamente en mi círculo íntimo de amistades-familiares-gato-marido, pero disfruto. Es más, ellos creen que sufro tremendamente con mis horarios irregulares, tortillas desestructuradas (como la familia de Rouco-Varela), champagnes varios y cavas “Reserva de la Familia”.

Cada edición es una experiencia diferente a la anterior, pero a menudo los protagonistas son los mismos aunque los roles vayan cambiando con el tiempo:
Las modelos: son niñas (sí niñas; como tu sobrina o la hija preadolescente de tu jefe) muy altas con el pelo muy frito. Se caracterizan por pedir cosas; en base de lo conocido que sea su pelo frito sus peticiones van desde la comida, que siempre está demasiado hecha para ellas, que no se comen, hasta un helicóptero pilotado por un militar alto y fornido, pasando por todo tipo de –ínas, laxantes y calmantes. Doy mi palabra. He sido objeto y objetivo de estas peticiones. Nota curiosa: una vez vi a una con un libro.
Los modelos: solo coinciden con las modelos en las peticiones de –ínas. Se caracterizan por tener las ojeras muy bien cuidadas y los órganos genitales bastante codiciados. Las modelos quieren conseguirlos pero ellos tienden a querer compartirlos con otros modelos de su especie. Suelen ir acompañados de una PSP, DS o Ipod. Nota curiosa: cuanta más alta sea la costura para quién se desfila, más heterosexuales son los modelos que se contratan.
Los que manejan: son como Pepe Barroso, pero en importante. Tipos básicamente gordos que son capaces de creerse hasta la bancarrota que son genios visionarios del negocio. Este grupo está dividido en dos subclases: los que van rodeados de una o varias ejemplares del grupo anterior. Y los que fueron cazados por una antigua modelo la que han convertido en Relaciones Públicas, Jefa de Prensa, Directora de Marketing o chuminada similar, a las que se las reconoce por llevar lo más imponible y extremado de cada colección creyéndose que aun tienen 13 años. Nota curiosa: cada vez que miro a Susana Gasch creo ver a una de ellas.
Las diseñadores/peluqueros/estilistas: son como ángeles. No tienen sexo y revolotean por doquier. Fácilmente reconocibles por sus gritos histéricos, dramatismo y/o haber pasado por Supermodelo 2006-2007 o “El diario de Patricia”. Nota curiosa: no se puede hablar con ellos si no se dicen cosas como “fabuloso”, “fascinante” o “eres un dios/una diosa”. Si aun así osas hacerlo corres el riesgo de convertirte en un muñeco de vudú fascinante, fabuloso y andante.
Los sufridores: son los conejos "Alicia en el País de las Maravillas", los que básicamente hacen dinero con este circo y los que, como no podía ser de otra forma hacen el trabajo sucio y se encargan de no se vaya todo al carajo. Dan de comer a modelos, las sacan de los baños en los que se encierran, hacen servir champagne a los que manejan, mienten bellacamente a las mujeres de los que manejan... La primera vez que se les ve son fácilmente reconocibles por la desesperación visible en sus ojos y por frases como: “el año que viene… Bread&Mierda, que a mi no me vuelven a pillar…”. El resto de las veces… se les reconoce porque nunca faltan y por la misma desesperación y por los mismos comentarios de ediciones anteriores. Nota curiosa: No es que no tengan memoria; es que su ídolo es Jerry McGuire por haber inventado una frase tan grande como “Show me the money”.

domingo, 13 de enero de 2008

La Invasión de los Ultracuerpos

Desde el día 2 de enero en mi clase de Mortal Kombat hay una media de 3 neogordos nuevos. Me molesta. No que sean neogordos sino que estén en medio mientras yo intento que mi nivel de grasa corporal vuelva a ser el que era (no hace tanto tiempo).

Los neogordos son (por no decir “somos”) fácilmente identificables. Y están (por no decir “estamos”) por todas partes. Tu vecino es un neogordo y no te has dado cuenta. O quizá tu compañera de la oficina. O es más; puede que tú mismo. No es difícil.

Durante las vacaciones (estivales o navideñas, da igual) nos hemos atiborrado a todo. Y cuando digo todo; quiero decir to-do. Y en muy poco tiempo. Somos a la humanidad lo que las ocas al foie. Y nuestros cuerpos han evolucionado a lo ancho. Durante una temporada lo has ignorado por completo, aunque sabes que los chuletones de tu suegra con los pimientos rellenos de tu madre y los caracoles de tu hermana pasan factura… pero siempre crees que les ocurrirá a otros y que tú nunca serás un (neo)gordo. Pero amigo; estás equivocado.

Ves que poco a poco los pantalones te empiezan a apretar. Que recuperar el móvil que llevas en el bolsillo cuando estás sentado es casi imposible (y con más maña y fuerza de lo habitual). Pero te niegas a reconocer que has engordado o, si lo haces, dices que es normal y que tu metabolismo lo absorbe. Y una mierda.

Empiezas a medir un flotador que ha aparecido o, en según que casos, toma grandes dimensiones. Y no lo reconoces públicamente. Es más, caes en el patetismo de ponerte los mismos pantalones de hace 2 años y dices: “¿Ves? Me siguen valiendo.” Pero los vaqueros apretados son a tu tripa lo que un wonderbra a unos pechos de talla 90: grotescos. Y todos se dan cuenta menos tú.

Hasta aquí, querido amigo neogordo, no me molestas. Pero abstente de venir a mi clase hasta que yo deje de serlo. Que estaré de mucho mejor humor.

lunes, 7 de enero de 2008

(A) Normalidad

Se supone que hoy es el día en el que el mundo vuelve a la normalidad, o en el más mediocre de los casos, a la rutina.

Como el mundo conspira contra mí (y todos lo sabemos), yo vuelvo a la anormalidad. Vuelvo a los horarios descacharrados, a las carreras en coche por Barcelona, a ver menos a Sanzio, a los amigos que están de visita, a sonreír por compromiso (y por pasta) y al no-parar.

Me queda como consuelo haber tenido una vida normal durante dos semanas. Playa, familia, relax, amigos, acostarme pronto y levantarme tarde, comer en horarios de persona (humana), ponerme al día con mis cosas y ver decenas de películas que tenía pendientes.

Nicky (+50) ha vuelto esta mañana, blanca como un cadáver y con la misma sonrisa pastosa de Tita Cervera. Paris (+50) en cambio está carbonizada y apenas puede mover los labios. Nos hemos reunido; me sentía como Sean o Christian cuando hablar con cincuentonas piradas que inventan problemas porque se aburren. 120 minutos después la reunión ha terminado y no hemos llegado a ninguna conclusión. En ese momento me hubiera encantado tener pasta suficiente en el banco para poder tener cojones suficientes dentro del pantalón y decir: “Señoras. Con su permiso… que les den”.

Posiblemente esta noche, a eso de las 10, mientras cierre mi ordenador mire con cara de odio a Don Clic de Famobil y al Sr. Tigre (que alguien trajo de India) y les diga con voz inflexible: “Señores, nos vemos a las 7…”. A ellos sí que les tengo atemorizados...
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