miércoles, 23 de abril de 2008

Como Romero, el Madero

Ayer encontré un rato para leer el periódico antes de comer. Aunque fuese en una sala de conferencias vacía, aunque fuera en la pantalla del portátil y aunque fuese interrumpido cada 85 segundos por el teléfono móvil.

No sé si porque me chocó especialmente o porque fue una de las pocas noticias que pude leer entera, me enteré de que en la Capital de la Villa y Corte hay unos tipos grandes y fuertes a los que se les paga para que gente indeseable no te moleste cuando haces eso que a unos les gusta tanto (y a mi tan poco) que es coger el transporte público. Y que resulta, que dentro del cíclico círculo que todo sigue por inercia, estos tipos grandes y fuertes a los que se le paga para evitar a la gente indeseable se habían convertido en esa gente indeseable; de modo que se necesitan tipos más grandes, más fuertes y más indeseables para que nos protejan.

Me pasé toda la tarde silbando aquel himno de juventud que hablaba de un tal Romero, de que donde las toman las dan, y pensando que esta noche: por cada uno de los 7.000 descerebrados que tomen la ciudad por sus colores, otros tantos descerebrados lo harán, pagados por nosotros, por sus cojones.

viernes, 18 de abril de 2008

Las mujeres guapas son invisibles


Isabel Coixet es lo más parecido que conozco a comer caracoles. Los que disfrutan con ello te entenderán a la perfección y te dirán que tienes un gusto exquisito y te llevarán a sitios donde sólo van aquellos a los que les gustan los caracoles.

Pero aquellos a los que no, te aborrecerán para siempre y no soportarán que hables de ello en su presencia sin poner caras de repugnancia y repetir “queasco” sin parar.

Si a esto le unimos que la chica de la peli (por no decir la protagonista) es Penélope Cruz, seguramente les parecerá una broma de mal gusto.

A ti, que tienes más de dos dedos de frente, puede que “Elegy” te guste y puede que no… no te voy a vender ninguna moto. Pero creo que deberías ir a verla. Con ganas; como fuiste a ver “Mi vida sin mi” o “Las Horas” (ese gran y sobrevalorado telefilm digno de sobremesa de martes de Antena 3).

Puede que parezca un poco lenta, pero entre Philip Roth y Ben Kingsley se encargan de que no decaiga con frases buenas. Muy buenas. De esas que los sobrinos de muchos escribirán en la carpeta del cole, y de esas que alguno copiará en sus blogs.

Puede que que la Coixet se ponga sensiblera sea algo manido y previsible. Pero lo que no era en absoluto previsible era que a un tipo que conozco, con su seriedad, traje a medida, camisa de Carolina Herrera y corbata pluscuamperfecta, Penélope Cruz le haya hecho llorar a dos papos.

martes, 8 de abril de 2008

Bad Boxes

Las cajas de preservativos son cajas. Más grandes o más pequeñas, pero cajas al fin y al cabo. Aparentemente inofensivas, con sus fotos de puestas de sol, sus instrucciones y sus logotipos… pero no debes fiarte de ellas. Hay que tener mucho cuidado con las malas cajas de condones.

La primera vez que oí hablar de ellas fue cuando aun era un tierno adolescente de esos que follan en las habitaciones de los hermanos de sus amigos con sus pseudo-novias del colegio. Concretamente en casa de Vitox; y fue él quien me habló por primera vez de las malas cajas de condones. Ahora soy yo el que te prevengo a ti.

No pasa nada con los preservativos. Están tan enrollados, lubrificados y testados como siempre. En problema consiste, como decíamos, en la caja. Y en el tiempo que transcurre entre empezar y acabar esa caja, porque los pocos polvos que eches, que se espaciarán y espaciarán en el tiempo y tendrán menos calidad que una serie de Antena 3.
Será desesperante, porque tus compañera/os sexuales creerán que la culpa es tuya, que eres un amante penoso y esto hará que tus egos (y erecciones) se hagan cada vez más pequeños.
Será inútil que culpes a la mala caja de condones, porque entonces no sólo te tomaran por mierda-de-polvo o eyaculador-precoz-impotente, y se referirán a ti como “el pirado-eyaculador-precoz-impotente” o “pirado-mierda-de-polvo” cuando hablen con sus amiga/os.

Pero nosotros que conocemos las Malas Cajas de Condones sabemos que son ellas y la maldición que conllevan. Que hasta que no se termine esa condena, ni un solo polvo pasará de la categoría de ‘masturbación-con–compañía’.
El truco no es tirar la caja (que en un principio parece lo más sencillo), tienes que consagrar esos condones a cumplir su función. Así que para ello hay que recurrir a cuantas medidas sean necesarias:

  • En el mejor de los casos tendrás un/a follamigo/a que conoce tus pericias de sobra y que no se asustará por tres (6, 12 o 24) veces que no des la talla. Se termina la caja y listo. Recuerda en este caso compensar la paciencia y aguante con un al menos una buena caja de 12 unidades de disfrute.
  • La otra opción, es algo más dolorosa, pero igualmente efectiva. Baja tu listón. Dale cancha a esos cardos que te felicitan por Navidad y por tu cumpleaños, y a los que nunca respondes. A esos/as de los que lo único que admiras es su tenacidad e incapacidad de darse por vencido/a.
    Al ver que eres tan malo en la cama posiblemente dejen de felicitarte en los posteriores años. En este caso estate tranquilo; la gente a la que le hablen de tus nulas capacidades sexuales, seguramente te interese incluso menos que ello/as.

Y recuerda que lo importante es terminar la mala caja de condones.

Aviso:
No te equivoques, no hablamos de superchería. Yo no soy supersticioso.
Si nunca te has encontrado una mala caja, es simplemente porque has tenido suerte. Es cuestión de tiempo que te toque. Pura Ley de Probabilidad. Yo, mientras tanto, brindo por los años que llevo sin encontrarme ninguna. Y por que pasen muchos más.

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