Se ha ido. Ha dejado vacío el asiento “A mayúscula” de la Real Academia de la Maldad Universal.
Se ha marchado, pero no sin crear antes una gran escuela de suegras que tomaban apuntes fervorosamente mientras veían Falcon Crest, y que reconocían en Chase a su yerno pavisoso, al que todo le había caído del cielo sin esfuerzo y que no tenía el más mínimo concepto de la familia-como-tiene-que-ser; un ser endeble al que ¿qué se le puede hacer salvo putear hasta el infinito?
Angela Channing le copiaba a Nancy Reagan los modelazos, el pelo chupa-chups y la mirada de abuela bondadosa que te hace incapaz de creer que en diccionario haya una palabra que se llame ambición. Pero era mala. Hijaputísticamente mala y simpáticamente mala.
Simpático e hijoputa son dos adjetivos (sí, hijoputa es un adjetivo de la Real Academia, todos lo saben) que en un 99,97% de los casos no casan dentro del mismo concepto de persona, animal o cosa. Pero cuando finalmente sucede es algo hermoso y bello. El Mal como obra de arte. El Mal como fin absoluto, como arjé de todo y de todos. Algo que sólo se puede aprender del gran Michael Manzini y de la Channing.
Estoy seguro de que sus dos hijas, Julia (la zumbada pérdida) y la otra (en esa sutil línea que separa el síndrome de Down del Ducado de Lugo) sacarán tajada ahora. Si se habían ido, volverán… aunque confío en que el nieto insoportable, que se supone que estaba bueno y el ejercía de tal, ya lo tenga todo atado y bien atado. Yo odiaba a Lance, porque quería su coche, quería su pasta, quería ponerlas cachondas a todas y quería ser dueño del Valle de Tuscany en plan despótico; pero eso es otro tema.
Echaré de menos a Angela. Echaré de menos a los Channing. Abriré una botella de vino californiano por ella, pero no brindaré muy alto, porque hay una suegra detrás de cada esquina y quien sabe si la mía era de la que tomaba apuntes.
Jane Wyman (1914-2007)
Googlereklite: "Malas diabólicas"