Ha escrito muchos libros. Los entendidos dicen que no sólo es buena, si no que es brillante. Pero jamás será famosa. Ni best seller. Ni millonaria por méritos propios, aunque bueno, es millonaria consorte, que para el caso es lo mismo.
Tabitha Spruce aka Tabitha King es la mujer de ese perpetrador de libros (malos) que terminan siendo películas (aceptables) que se llama Stephen. Y su destino es permanecer a la sombra.
La mayoría se mis amigos son en ocasiones un poco Stephen King (pero sin la cara de mongol), así que viajar con Mr. Rayght me ha supuesto quedar relegado al más humillante de los segundos planos. Aunque haya sido muy digna (la posición, no yo) en casi todos los momentos.
El weekend recap se divide como todas las buenas obras por capítulos:
The arrival – A lo Priscilla, Reina del Desierto, en un Mini lo más sofisticado posible sin caer en el tunning.
Contact – Con un selectivo copeo entre amigos que no conocíamos hasta entonces (salvo al Anfitrión, clarostá) mientras Queer as Folk iniciaba su predicada revolución desde la televisión.
La Primera Noche – se desarrolló en bares de esos que hacen que la gente te pregunte al día siguiente “Pero, ¿Cómo se os ocurrió ir ahí?” y que varios días después recuerdas entre vapores etílicos como sitios muy límite. Recuerdo muchas risas, mucho Absolut y que con mucho, éramos los más guapos del bar. (Con lo que imagínense el percal)
The Brian Kinney Lunch – El Anfitrión nos llevó a una comida totalmente delirante en la que las compras las hacían los invitados según iban llegando y los hostess/organizadores les recibían con (mucho) alcohol. Yo recuerdo estar viviendo una situación tan surrealista que no me sorprendió para nada que fuese Mr. Rayght el que finalmente cocinara. Mientras, yo me dedicaba a fotografiar a una chica preciosa a la que no paré de llamar Martina porque me recordaba a esa modelo que se apellida Klein. En un momento indeterminado y con un sombrero de cowboy, llegó la versión madrileña de Brian Kinney y sorprendió a conocidos y extraños con peripecias de alcobas y embrollos truculentos dignos de “Las Amistades Peligrosas” o algo más retorcido aun. Si él era Tom, al de unos minutos llegó Jerry, que se convirtió en el Coyote para no dejar de perseguir a Mr. Rayght transformado en un improvisado Correcaminos.
The Shopping – Necesitábamos un vino perfecto para un perfecto Anfitrión, y creo que lo logramos en el Club del Gourmet. Después Mr. Rayght se compró el enésimo polo Lacoste que el Securitas de los probadores no me dejó ver como le quedaba.
El Encierro –Como los miuras en Estafeta, las carrozas bajaban desde la Puerta de Alcalá. Creo que jamás he sudado más, saltado más, cantado más y abrazado a más gente. Alguien dijo que un millón y medio… y entonces me pareció que aun así había abrazado a demasiado poca gente.
La Segunda Noche – Empezó torcida sobre todo por el cansancio y la sensación de no coger el ritmo (el ritmo de la nocheeeee). Después de ver a La Prohibida e introducirme en vena un katxi aka mini de Absolut con Redbull todó cambió. Niñas, Chueca, Tornados, Chuecos y tronados se confundían con gogós de balcón y peineta y púbermariquitas que nos pedían que nos sacáramos fotos con ellos.
El resto ya es difuso. Recuerdo que Brian Kinney me propuso un trío con un tío que le había rechazado la semana anterior; que alguien me dijo que Maggie y ErManué andaban por allí (hecho que no llegué a poder confirmar); que alguien le pidió un cigarro a la versión Sue Ellen de Troy mientras bailaba en unas escaleras y la susodicha versión introdujo un lucky dentro de sus calvinklein. En cambio no recuerdo porqué la propuesta de trío no prosperó, ni si pregunté logrando no balbucir por Maggie y por ErManué o el momento en el cigarro fue rescatado. Lo que sí que comprobé por la mañana era que el tío que se lo fumó llevaba los mismos calvinklein que yo.