Historias de amor
Inmediatamente nos sentimos tremendamente culpables, porque queremos ser Would, y nada más terminar la última de las patatas flotantes en salsa brava nos pusimos a practicar ese caro deporte que se llama “Shopping”.
Y ahí aconteció. Los vi. En medio de una tienda G-Star repleta de gente. Creo que sintieron mi mirada, porque me incitaron a que me acercara. Nos tocamos. Al principio no fue mas que un suave roce, pero suficiente para que mis endorfinas se disparasen. Ellos en cambio se pusieron un poco nerviosos. Yo sabía, no sé como, que querían sentirme dentro de ellos, deslizándome, explorando hasta el último rincón, hasta el último centímetro... Sin mediar palabra nos metimos en un probador y nos hicimos uno.
Al terminar supe que eran holandeses de origen japonés. Y me enamoré ¿qué le vamos a hacer? Supe que quería pasar el resto de mi vida con ellos, y ellos también lo sintieron, estoy seguro.
Cuando estábamos a punto de salir juntos de la tienda, el tipo argentino de la caja me dijo en voz baja: Ostia tío… Son espectaculares. Me ruboricé, pero me sentí orgulloso de mí mismo. Les miré, me miraron y sonreímos.
Sólo tres palabras truncaron la historia de amor más bella jamás vivida. Las pronunció el tipo argentino, y cayeron sobre una losa:
Con esas tres palabras terminó la historia más bella jamás vivida entre un hombre y unos pantalones. Espero que el argentino se sienta culpable.